El año comenzó con llamada de Marc para invitarme a conocer cómo trabaja KPMS en un evento de esquí. Iba a descubrir el ambiente de las Hahnenkamm-Races en Kitzbuehel, Austria. El viaje me llevó a Oporto en coche, de allí a Zurich en avión, y de Zurich a Kitzbuehel con Alex en coche, vía Lietchestein.
Resumiré la experiencia en alucinante. El lugar es espectacular: un resort de esquí al que parece ser que van los muniqueses (qué mal suena, lo sé) más pijos, y que tuve la suerte de conocer en pleno esplendor: repleto de gente y nevando a pleno pulmón. Aprendí que el esquí es en Austria semejante al fútbol en España, con una afición impresionante, enorme seguimiento de los medios (600 periodistas acreditados) y una organización impecable. Los esquiadores son extraterrestres, hay un héroe de nombre Didier Cuche que es el as por excelencia (ganó ese día la que era su última competición en descenso) y las pistas por las que bajan a 140 km/h son puras paredes de hielo.
Además, esquié. Y lo hice en las mejores condiciones que recuerde, con 40 cm de nieve polvo recién salida del horno y pista casi vacía. Fueron pocas horas, pero me cundieron por completo.
En el capítulo apre-esquí, disfruté de la gastronomía local, y de la compañía de Marc, Anna María, Giles, Steve, Kurt, Laetitia, los dos Patrick y, sobre todo, Alex.
En el viaje de regreso, pasé la noche en Neuchatel y disfruté de un desayuno de cinco estrellas en casa de Alex y Bru.
Resumiré la experiencia en alucinante. El lugar es espectacular: un resort de esquí al que parece ser que van los muniqueses (qué mal suena, lo sé) más pijos, y que tuve la suerte de conocer en pleno esplendor: repleto de gente y nevando a pleno pulmón. Aprendí que el esquí es en Austria semejante al fútbol en España, con una afición impresionante, enorme seguimiento de los medios (600 periodistas acreditados) y una organización impecable. Los esquiadores son extraterrestres, hay un héroe de nombre Didier Cuche que es el as por excelencia (ganó ese día la que era su última competición en descenso) y las pistas por las que bajan a 140 km/h son puras paredes de hielo.
Además, esquié. Y lo hice en las mejores condiciones que recuerde, con 40 cm de nieve polvo recién salida del horno y pista casi vacía. Fueron pocas horas, pero me cundieron por completo.
En el capítulo apre-esquí, disfruté de la gastronomía local, y de la compañía de Marc, Anna María, Giles, Steve, Kurt, Laetitia, los dos Patrick y, sobre todo, Alex.
En el viaje de regreso, pasé la noche en Neuchatel y disfruté de un desayuno de cinco estrellas en casa de Alex y Bru.
Hahnenkamm: Precipicio que saltan a 120 km/h
Bajo la nieve, bebiendo Glühwein...
...que no me gustó tanto como a Alex
Los trenes circulan por ahí...
Ahí debajo está el coche de Alex
Kitzbuehel, OK!
En plena pista, repleta de espectadores
Salida de la prueba de descenso (están jamaos!)
Saludo cordial con Alex, Giles y Laetitia
Yeti brasileiro bajo nieve austríaca en coche alemán
Despertarse en el hotel y ver esto...
Esquiar en estas condiciones, puro oro