lunes, 20 de febrero de 2017

Felicidades, mami


Mi mami cumplía 75 años y a Turi se le ocurrió la genial idea de planear una fiesta sorpresa. Sin que ella lo supiera, nos citamos todos en Chaves (Portugal) para disfrutar de un fin de semana diferente. Moma recibió dos sorpresas seguidas: una cuando entró en su habitación de hotel y nos encontró a Alejandra, Patricia, Pipo y a mí; otra, cuando llamaron a la puerta y aparecieron Seo y Tatiana. No lo reconocerá ni aunque la torturen, pero yo creo que le saltó alguna lagrimilla...

Felicidades, mami. Te mereces esto y mucho más.

 

sábado, 11 de febrero de 2017

Lanzarote


Hemos vuelto a Lanzarote. La última vez, en noviembre de 2012. Antes de eso, los tres meses que pasamos con Pipo en 2011-12. Esta vez, nos trajimos a Alejandra, y Pipo ejerció de orgulloso cicerone. El detalle de lo que hicimos ya lo he escrito en javierinadas. Aquí me basta con destacar lo que ya sabía: que Lanzarote es un lugar especial y siempre merece una visita. ¿La próxima?

Famara, siempre espectacular
Recordando cómo se navega el Kitibi
Familia en La Geria
En Rancho Texas conocimos a Pati

jueves, 2 de febrero de 2017

Sanxenxo-Lisboa

Llevaba (muchos) años queriendo hacerme una travesía a bordo de un barco de la Volvo. Me surgió la posibilidad en fecha no confesable y creo que la respuesta salió de mi boca antes de que terminaran de proponérmelo. Embarcamos ocho en Sanxenxo rumbo a Lisboa, con un parte de encalmada que ponía en riesgo nuestra previsión optimista de apenas 24 horas, pero con la esperanza de que la costa portuguesa hiciera honor a su fama y nos sorprendiera con viento en algún momento. Parafraseando al gran Xabirote: "¡caaagada!". Tuvimos que ir a motor a lo largo de las cerca de 300 millas de recorrido, y para cuando soplaron casi 20 nudillos, ya estábamos entrando en Lisboa (tramo que tuve la suerte de hacer al timón). Al margen de la desesperación de un ritmo de apenas 10 nuditos, la experiencia me gustó, tanto por la buena compañía (un par de buenos amigos y cinco tipos majetes), como por la sensación de estar en medio de la nada en el breve espacio de tiempo en que perdimos de vista la costa. Sin olvidar esa delicia que supone navegar de noche. Y hasta por dormir con frío en cubierta o en una litera de carbono y red.

Ya estoy deseando que llegue la próxima. A ver si tengo más suerte con el viento.

Pose de rigor en la mañana del segundo día (solazo y calma chicha)
Fue un no parar de trabajar... ¡Y de comer!
Satisfacción tras llevar la caña en el tramo final con vientito