jueves, 2 de febrero de 2017

Sanxenxo-Lisboa

Llevaba (muchos) años queriendo hacerme una travesía a bordo de un barco de la Volvo. Me surgió la posibilidad en fecha no confesable y creo que la respuesta salió de mi boca antes de que terminaran de proponérmelo. Embarcamos ocho en Sanxenxo rumbo a Lisboa, con un parte de encalmada que ponía en riesgo nuestra previsión optimista de apenas 24 horas, pero con la esperanza de que la costa portuguesa hiciera honor a su fama y nos sorprendiera con viento en algún momento. Parafraseando al gran Xabirote: "¡caaagada!". Tuvimos que ir a motor a lo largo de las cerca de 300 millas de recorrido, y para cuando soplaron casi 20 nudillos, ya estábamos entrando en Lisboa (tramo que tuve la suerte de hacer al timón). Al margen de la desesperación de un ritmo de apenas 10 nuditos, la experiencia me gustó, tanto por la buena compañía (un par de buenos amigos y cinco tipos majetes), como por la sensación de estar en medio de la nada en el breve espacio de tiempo en que perdimos de vista la costa. Sin olvidar esa delicia que supone navegar de noche. Y hasta por dormir con frío en cubierta o en una litera de carbono y red.

Ya estoy deseando que llegue la próxima. A ver si tengo más suerte con el viento.

Pose de rigor en la mañana del segundo día (solazo y calma chicha)
Fue un no parar de trabajar... ¡Y de comer!
Satisfacción tras llevar la caña en el tramo final con vientito


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