viernes, 1 de diciembre de 2006

McLaren según Foster

Ya llevaba tiempo sin viajar (bueno, mi Sra. seguro que no opina lo mismo...), y ayer me tocó una escapadita de esas de hobby: visita al Centro Tecnológico McLaren en Woking –cerquita de Londres– en nombre de Faro de Vigo. El plan se presentaba un poco pesao (salir de Vigo el miércoles por la tarde para dormir en Barajas, citarnos en la T4 a las 7 de la morning y volver lo suficientemente tarde como para tener que dormir de nuevo en Madrid), pero el premio prometía.

Volamos con Iberia hasta Heathrow (nos aseguraron que sin Polonio), y desde allí nos llevaron en bus hasta Woking. Yo, hasta ese momento, de McLaren sabía poco más que cualquiera que siga las carreras en Tele5. Lo que no me podía imaginar era que la base del nuevo equipo de Alonso (y no tan nuevo de De La Rosa) se iba a colocar al frente de mis favoritos en cuanto a arquitectura se refiere.

La entrada en la finca McLaren ya impresiona: imponente totem de la marca, jardines de corte milimétrico y un bosque digno de cuento de hadas (luego me enteré de que se trata de un espacio protegido), para dar paso al centro de trabajo más espectacular que recuerde. Para acceder a él, nos llevan alrededor del lago artificial que abraza en forma de media luna el edificio... diseñado por Norman Foster!. Cuando me enteré de ese "insignificante detalle, es como si mi mente se despejase: "¡claaaaaaaro!".

La segunda sorpresa del día llegó cuando me encontré con mi buen amigo Sergio, que providencialmente eligió como yo este acto para volver momentáneamente al mundo del motor. Si no le conoces, te diré que Sergio trabaja en Lladró, temporalmente en Londres, y que es una de los pocos buenos amigos que he hecho en esto de los coches. Llevábamos sin vernos desde el 30 de mayo, cuando me acompañó en la entrega de premios de la fatídica séptima etapa de la VOR, celebrada en la señorial Goodwood House. Resumiendo brevemente, Sergio es una de esas personas con las que siempre apetece conversar.

Iniciamos la visita a la casa McLaren por grupos. El guía que me asignaron nos mostró y contó cosas muy interesantes, como los cerca de 500 trofeos que acumulan las vitrinas de McLaren "situadas en este pasillo de acceso al comedor para que todos los trabajadores recuerden cada día por lo que trabajan". En su zona más "pública", el edificio es como un museo, con los coches que consiguieron la mayoría de esos trofeos, colocados a modo de guinda en medio de detalles de diseño increíbles.

Pudimos descubrir algunos de los secretos de McLaren, como el lugar donde trabajan sus ¡130 diseñadores!, el túnel de viento donde prueban las maquetas (realizadas a un 60% del tamaño original) simulando velocidades de hasta 215 km/h, ver cómo tratan las piezas de fibra de carbono, e incluso entrar donde montan y reparan los coches; un taller que más parecía un quirófano por la pulcritud y el orden.

Aquí fue donde tuvimos la ocasión de charlar con nada menos que Pedro Martínez de la Rosa. Parece un tío genial, muy normal y cercano, lógico y locuaz en sus explicaciones. Al pobre se le nota descontento porque han elegido a un chico inglés (Lewis Hamilton) en vez de a él para llevar el segundo coche de 2007, pero como probador es el número uno. Nos hicieron fotos con él, pero de momento no las tengo...

Tras esta interesante charla (en la que pude hacerle un par de preguntas), nos recibió Ron Denis, el capo de McLaren. Un típico gentleman al que se le nota que es más listo que un ajo, y que nos aclaró un poco qué esperan de la temporada en la que se estrenan con Alonso como primer piloto.

Comimos frugalmente (demasiado frugalmente) y de vuelta al recorrido inverso hasta Madrid. Allí cené con Anita (la que trabajó en la oficina el año pasado), poco antes de que se subiera a un avió destino a Melbourne, donde vive con su novio Mario desde hace un año. En esta visita a Vigo ha conseguido un complicado visado de 2 años: ¡felicidades!.

A las 6 de la mañana en pie, volando poco después de las 7 y a Vigo. Ya estoy de nuevo en casa.

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