jueves, 27 de septiembre de 2007

Porto Cervo


El plan prometía. Una semana en Porto Cervo, meca del turismo de lujo del Mediterráneo, con todos los gastos pagados y un intenso programa social compuesto por regatitas, fiestas y cenas... "¿Y a tí te pagan por eso?", que dirían los grandes Dudu y Xabi. Vale, no es la mina ni un aburrido trabajo de oficina, pero la cosa se complicó un poquillo. Ya me había olvidado de lo difícil que puede llegar a ser un Vigo-Porto Cervo. Desde 2004 que no venía.

Programa: Vigo-Barcelona-Roma-Olbia... Pero, claro, con eso de Clickair haciendo el VGO-BNA, me quedé tirado. Niebla en Vigo, bus a Santiago y llegar a Barcelona 3 horas tarde. Pierde el enlace, reclama, compra otro billete y espera 6 horas a que salga el próximo vuelo a Roma... En fin, no voy a llorar más. Que llegué a Olbia a las 23:00, sin maletas, cansado y con ganas de irme a dormir. Grand Hotel de Porto Cervo, en Cala Granu.

Al día siguiente, primera salida al agua y primera regata de TP52 que veo en mi vida. Hay que reconocer que estos barcos son la leche. Bonitos, rápidos, elegantes, espectaculares... y navegan en tiempo real, que siempre ayuda. Aquí "sólo" hay 15 barcos, pero es el Mundial de la clase, que no está nada mal. Por cierto, que salimos en la lancha de KPMS, una zapatilla de 350 cv y 60 nudos de velocidad... Qué mojadura!.


La noche del martes cenamos de brasileiro, elección de Marina. Ya sabes: "si una brasileira te lleva a un restaurante brasileño en Cerdeña, debe ser bueno". Rico-riquísimo. Me recordó al Porcao de Río de Janeiro, salvando las distancias, pero en resumen, mereció la pena.

El miércoles llegaban los otros dos invitados (Luis y Salvatore). Por exceso de viento no se pudo regatear, así que me fuí a comer con Helen un panino (cada día, bocata!). Después, al aeropuerto a buscar a los invitados y para el hotel. De cena, había "fiesta" de Audi en la Piazza Azzurra, debajo del club. Sencillo, con buffet al aire libre. Estuve con María (simpatiquísimamente peneque) y Helen. A las 22.45 ya estaba en el hotel.

El jueves se despertó un día de perros. Cielo plomizo y amenaza de lluvia. Ya se sabe que las amenazas de los italianos se suelen cumplir... Salimos al agua a las 11 con fresquito, apenas 15 grados. Una temperatura que en tierra se aguanta bien, pero cuando ví que nos tocaba un barco abierto ya me olí el drama. Apenas salir de Porto Cervo, comenzó a llover. Mojarse, con viento y frío... Ummm... estuvimos como tres horas disfrutando de la regata y de la costa de Cerdeña, que es una pasada. Pasé por esos sitios que estoy harto de ver escritos pero no conocía: Monaci, secca Tre Monti, Golfo Pevero... Impresionante.

Una vez cogido el frío, sobre todo en bermudas, ya no te lo quitas. Cenamos en el Clipper, el típico sitio para comer pizza rica aquí (y tomas unas copas luego). Tomé una hecha con un queso local y rúcula... slurp! Mejor que buena. Luego, una copichuela en el piso de abajo y a dormir. Viernes: Me desperté a las 7 para ir a correr un poquillo. Luego, a desayunar en el hotel, y hala para el club!.

La pinta del día no era ni con mucho de no navegar, sin embargo izaron aplazamiento en tierra. Aproveché para tomar un café con Bouwe, tener una gratificante charla con Marc y comer con Luis y Salvatore. Para ver la regata salimos en un barco de prensa bastante grande. Como tardó en darse la salida, fondeamos en una calita preciosa con un arenal que resplandecía de esmeralda cuando le daba el sol. El animal del patrón recibió todo tipo de piropos de la tripu del Mean Machine, al ponerse a su proa en la salida, levantando una ola enorme que seguro que frenó el barco (menos mal que al final ganaron).

Esa noche era la cena para tripulaciones de Rolex y el YCCS. Un buffet bastante normal, amenizado por un grupo más bien bueno que tocó temas de los que me gustan (Bee Gees, Kool and The Gang, Dianna Ross...). La noche acabó de charla con Marc y paseo de vuelta al hotel. ¡Qué luna!. No tenía idea de salir a correr el sábado, pero Marc me soltó una de esas de "¿dónde sueles ir a correr, al Faro?"... Por supuesto, madrugué para descubrir el Faro Cala Ferro; genial.

Salimos al mar con el plan de ver parte de la regata e ir a comer a la isla de Maddalena. Después de una travesía en la que descubrimos algunos de los infinitos recovecos de Cerdeña y su archipiélago, fuímos a un restaurante llamado La Grotta. Fantástico si te gustan los frutos del mar... Bueno, reconozco que me gustó también a mí.

Por la noche, cenamos en el restaurante del hotel, el Orange. No sé cuántas variedades de gambas y langostinos para empezar y para mí, pato a la naranja. Me acosté temprano... A las 5 en pie para coger el vuelo de las 7. A las 5 de la tarde ya estaba en Vigo. Fin.

1 comentario:

Kmn dijo...

que me gustan tus historias y poder saber de ti...y que me gustan tus fotos!! ole tu!
Besitos, Carmen.