lunes, 28 de mayo de 2007

Valencia, Javea y alrededores

Tercera visita de Patricia. La verdad es que la cosa comenzó peor de lo que habíamos planeado, pero resultó fantástica. La idea era que llegara el jueves, 24, pasadas las seis de la tarde, pero la realidad nos citó hacia la una y media de la madrugada en el aeropuerto de Manises... ¡Me ca&%$ en Iberia!. Ya no solo por la paliza que se dio la pobre, sino porque además había reservado mesa en el Submarino del Oceanographic, cosa prácticamente imposible, y tuve que anular... En fin...

Aparte de ese mal comienzo, los cuatro días los aprovechamos mejor que bien. La idea de alquilar un coche resultó perfecta, y el trato del alquiler también, he de decir: un Opel Zafira nuevecito, 4 días por 100 euros...

El viernes pusimos dirección al Sur, para ir hasta Javea. En el camino, y sin prisas, visitamos Sueca y Cullera. Esto de las playas del Mediterráneo, la verdad, es para el que le gusten. Son un rato largas, eso es cierto, y el agua está casi siempre limpia, pero son aburridas a más no poder, y con horrorosos edificios a pie de playa que recuerdan a las peores películas de Alfredo Landa.

De Javea me quedo con la definición que me dio mi buen Gerardo, veraneante de este pueblo desde tiempos inmemoriales: "Es lo más parecido a Mallorca que te puedes encontrar en el Mediterráneo". Totalmente de acuerdo: tanto el paisaje, como la construcción y las carreteras, te trasladan a Mallorca. Muy chulo.

El pueblo es tal vez demasiado turístico, pero está muy cuidado. Las playas son de canto rodado salvo una que se llama "El Arenal", te puedes imaginar... En esta precisamente pusimos las carnes al sol. Comimos en un restaurante recomendado por Gerardo, acierto total... Por último, subimos al Cabo de la Nao. Impresionantes vistas.

Volvimos directos por autopista. Después de la duchita de rigor, nos acercamos a cenar al Port. Siendo viernes, difícil encontrar sitio, por lo que acabamos en el Senzone de la Marina Sur. No recomendable...

El sábado decidimos quedarnos en Valencia y probar la playa. Fuimos hasta El Perelló, también muy turístico, pero poca gente (es mayo) y el agua estaba muy buena. Comimos a pie de playa y volvimos pronto.

Ese día habíamos quedado con Sergio para cenar. Nos llevó a un sitio llamado El Pí, en Náquera. Patricia se puso ciega de caracoles... Después de cenar, acercamos a Sergio hasta su casa, donde tomamos un cafelito.

El domingo fue muy relajado. Bajamos hasta el Port a dar una vuelta (y yo a ver qué se cocía por la oficina...). Comimos en un Cañas y Tapas del centro comercial Aqua, siestita y al aeropuerto. Cuatro días que pasaron rápido pero dieron para mucho.

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